
Vanagloriada por las
lisonjas; en apariencia imbatible como un baluarte galo, y al
mismo tiempo, anhelante de que el acoso derribe las murallas; perturbadora siempre.
Equilibrio caótico con principio y
final; sorprendido, embriagado y cautivo; temeroso como un
niño a la conclusión del periodo estival; un halcón presa de
una paloma.
Y tú… Radiante de luz; capaz de vivir
en equilibrio equidistante a sabe dios cuantos otros abismos; y por fin reconozco tu
precioso rostro, y no es otro que el de una canalla coetánea.